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EL PECECITO AZUL

  • Medusa
  • 22 may 2017
  • 2 Min. de lectura

Pasaban por la ventana los chicos abrigados, con gorros y bufandas, no daba ganas de jugar fuera. Su mamá, al pasar por un escaparate quedó encantada con un pez azul que nadaba y nadaba, movía su colita de aquí para allá, muy feliz.

La mamá no lo dudó un segundo, lo compró esa misma mañana, era el regalo para Betina. Cuando llegó a casa la niña estaba jugando con sus muñecas y con un beso le entregó el regalo muy emocionada. La niña quedó muda y llorando dijo:

– Yo quería un gato.

Los gatitos le parecían a Betina más juguetones, pero con este pececito no sabía que hacer, se aburría mucho, ni siquierea lo podría llevar a pasear. Sin embargo, el pez estaba muy feliz. Lo pusieron en una mesita junto a la ventana y de nombre lo llamaron Flippi.

Un día Betina lo dejó en su habitación y el perro de la casa se acercó y dio un salto para ver a Flippy, que la pecera casi cayó al suelo. El pez se asustó mucho.

La mamá de Betina deprisa cogió la escoba y lo sacó de inmediato de allí, salvando a Flippi y reprimiendo al perro.

Era hora de llevar al pez a otro lugar, la mamá de Betina lo puso en el comedor, allí quedaría feliz junto a ella, lo vería todos los días y lo cuidaría mucho. Flippi era hermoso, traía mucha calma y tranquilidad, al menos allí estaría seguro y contento.

Betina se compró un gatito, así sería mejor para todos.

La mamá de la niña se quedó con ese pececito azul que le encantaba y le daba de comer todos los días. Y así vivieron felices y comieron perdices.




 
 
 

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